No sólo se trata de una forma distinta de llegar al orgasmo, sino de una manera de intercambiar roles: ella lo domina y él se somete, ella da y él recibe. El ritual comienza cuando ella se termina de asegurar los broches del arnés sexual sobre su cintura, segundos después sus dedos acarician con lubricante y una extraña ternura el trasero de él. Finalmente y a la par de un último y fuerte suspiro que choca con la almohada que él tiene debajo de su rostro, por primera vez es penetrado con un dildo que ella controla con el movimiento de su cadera.
El pegging es –más o menos– una experiencia como la que describimos arriba. Obviamente el dolor, la excitación, los fluidos, el miedo y deseo que ambas partes experimentan durante la práctica son sensaciones muy complicadas de plasmar en un par de palabras. De lo que sí podemos hablar con total seguridad es del todavía reducido porcentaje de hombres que se han atrevido a experimentarlo.
En pocas palabras, el pegging es la práctica sexual en la que un hombre heterosexual es penetrado analmente por una mujer con un dildo u otro juguete sexual.
Lo curioso es que a pesar de que la mayoría sabe que el punto “G” masculino se encuentra justo dentro del ano, sólo pocos hombres se atreven a dejar que su pareja estimule o penetre esa área. La glándula prostática, también conocida como el punto “P”, es el nombre exacto de la zona erógena que –según los especialistas– lleva a los hombres al edén.
Siete centímetros dentro del ano y muy cerca de sus genitales se encuentra la puerta al máximo placer del hombre. En forma de una nuez aparece ese punto secreto y muy temido por el género masculino, mismo al cual se puede llegar a través del pegging.
¿Cómo practicar el pegging por primera vez?
La decisión de probarlo o no le concierne a las dos partes por igual. Si alguno no está convencido o cómodo con la idea, será mejor posponerlo. Para que todo salga lo mejor posible y la experiencia sea realmente placentera te recomendamos:
Encontrar entre los dos el juguete sexual correcto. Puede ser un dildo, un vibrador, un arnés sexual, tus dedos u otro objeto perfectamente lavado y lubricado. Sólo tomen en cuenta que la primera vez es recomendable elegir un juguete delgado y curveado que ayude a alcanzar la próstata.
La lubricación es esencial. La cantidad que deben usar es equivalente al tamaño del dildo, la duración de la actividad y la forma en la que lo hagan; pero siempre traten de usar suficiente lubricante para facilitar la entrada del juguete, así como el placer de él.
Sin relajación no será posible comenzar. Ambos deben confiar ciegamente el uno en el otro y la comunicación entre ustedes antes y durante el acto es primordial. Las mujeres pueden ayudar a su pareja a relajarse a través de las palabras, caricias o los besos. Ellos deben aprender a respirar mientras son penetrados o estimulados y deben advertirle a su pareja si la incomodidad o el dolor llega a ser demasiado.
El juego de roles puede ser divertido y excitante. Tomar el papel de la dominante y el sumiso puede llegar a ser muy entretenido si lo saben llevar. Ninguno debe hacer nada que el otro no quiera, pero es posible jugar –al igual que en cualquier otra experiencia sexual– con la posición que cada uno toma durante el sexo.
Al pegging también se le conoce como bend over boyfriend y –aunque muchos continúan considerándolo un tabú– la práctica se ha comenzado a normalizar entre algunas parejas. A partir de diversos censos se concluyó que sólo el 20 % de los hombres heterosexuales lo han probado en su relación. Afortunadamente cada vez más personas están aceptando que la estimulación de la próstata es, exclusivamente, una forma diferente de alcanzar el placer y no una actividad que defina a un hombre como homosexual.