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Sexo - Relatos eróticos

El Parque Nacional siempre me ha dado inmenso placer

(Material solo para adultos)

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Lo busque y lo conseguí, fui al parque para que el chico que me rompió el culo por primera vez lo vuelva a hacer.

Hacía una semana que había ido de levante al parque nacional, y había estado toda la semana reviviendo la gran culeada que me había dado aquel muchacho negro. Soñaba con aquella tremenda verga en mi culo, y lo mucho que me había hecho gozar. Sobre todo cuando me había agarrado en sus brazos, y había terminado por meterme toda aquella verga dentro de mi culito.

Y luego ver como miraban aquellos 2 jóvenes con aquella cara de asombro y lujuria, al ver como me daba por el culo aquella tremenda mondá, que no me extraña que no pudieran aguantar las ganas de volver a pajearse.

Esas imágenes se me estuvieron repitiendo en mi cerebro toda la semana. Y no pensaba en otra cosa que volver a ese parque, y ver si tenía suerte y me volvía a encontrar al morenazo para poder volver ser penetrado.

Así que ese viernes a las 6 de la tarde, volví a dicho parque.

Cuando llegué, eran pasadas las 6 de la tarde, y ya la oscuridad empezaba a reinar. Pero antes de entrar en el parque, me fui a tomar una cerveza por si veía aquel semental. Después de pasar una hora y haberme bebido 2 cervezas, como no lo había visto, me retiré del kiosko, y me dispuse a incursionar en el parque.

Iba sin prisas, y con el culito bien preparado para ser clavado. Llevaba puestos unos jeans, zapatos deportivos, una camiseta, y por supuesto no llevaba pantaloncillo; así estaría más cómodo y listo para la acción.

Cuando dentro del parque estaba llegando a un zona que quedaba cerca de la cancha de futbol, miré que en el interior del mismo, había movimiento de gente, así que me propuse echar una ojeada y ver si tenía suerte. Fui entrando poco a poco, y enseguida descubrí a 2 hombres que estaban con los pantalones en los tobillos, y uno se la estaba chupando al otro. Luego un poco más alejado, había otra persona viendo el espectáculo. Me quedé un poco viendo aquellos 2 hombres, y de paso ver si descubría a más gente en aquel lugar.

No llevaba más de 5 minutos cuando ya tenía rondándome a 2 hombres, uno era de mediana edad, y el otro de unos 30 años. Tan pronto me echó el ojo el maduro, no dudó en abordarme, y ver si tenía suerte.

- Hola, me dijo nada más llegar a donde yo estaba.

Y echando mano a mi culo, me invitó a ir con él. Se sacó la verga, y enseñándomela, me pedía que se la cogiera con la mano.

- Cogela y hazme aunque sea una paja.

Me llevó la mano a su verga, y nada más tocarla con la mano, ya él me abrazó, pidiéndome que se la meneara. Mira como la tengo, ¡aaahhhh! Gritó al notar como le agarraba la verga con mi mano. Sin dejar de abrazarme, me empezó a soltar el cinturón, y seguido desabrocharme el jean, y bajarlos hasta los tobillos.

- uyyy, si vienes sin calzoncillos, me dijo mientras agarraba mi verga y huevos, para seguir luego con mi culo, ¡ufffff! Que bueno estás, anda agáchate y chupa un poco el pene, me decía mientras me iba empujando con sus manos.

Me agaché, y cogiendo la verga con una mano, mientras con la otra me sujetaba en su cadera, engullí aquel pene en mi boca.

- ¡Oooohhhhhh! Que boquita más rica tienes. Así, así, trágala toda, anda que ya verás como luego te va a clavar ese culito. Ya verás como te va gustar, y lo bien que lo vas pasar.

Mientras le iba chupando la verga, él con una de sus manos, me iba agarrando el culo, hasta llegar al ano y empezar a meter un dedo.

- ¡Anda! Si ya lo tienes bien lubricado, perrita.

Me sacó la verga de la boca, y me dio media vuelta, y así agachado como estaba, me arrimó la punta de su verga, y de una sola estocada, clavó su verga en mi culito, ¡ooohhhhhhh! Grité cuando noté toda su verga dentro de mí.

- Ya está, ya te la he metido toda, ¡aaaahhhhhhh! Que bueno, ¡dios que culito! Ya verás como te va gustar, me decía, mientras empezaba a mover sus caderas en un movimiento rápido.

Con las manos me subía la camiseta hasta los hombros, para que de esa manera le quedara mi espalda al desnudo, y así poder acariciarla.

- Mira como nos están viendo, mira como ven que te estoy culeando. Fíjate como se masturban en tu nombre.

Llevaría unos 10 minutos dándome por el culo, cuando me agarró fuertemente por las caderas, y dando unas estocadas más profundas, empezó a gritar,

- ¡aaaahhhhhh! Me vengo, me vengo, ¡aaaahhh! Que rico, ¡oooohhhh! Dios.

Terminó de venirse dentro de mi culito, sacó su verga, y dándome una palmadita en el culo, se despidió diciéndome que tenía prisa.

Mierda, si llevaba una semana sin sexo, ahora si que me habían dejado caliente a más no poder, el culo abierto y lleno de leche, y la verga chorreando semen. Levanté los pantalones, y buscando un papel en el bolsillo, me abordó el mirón que se estaba masturbando, antes de que diera sacado el papel del bolsillo.

Casi me tira al suelo cuando me abordó. Ya traía la verga de fuera y venía empalmado como un burro. Y seguramente, desesperado por estar viendo como el maduro me estaba culeando.

- Deja que te la meta, que me has puesto la verga como un toro, y estoy que no aguanto más.

Y sin más preámbulos, se agarró a mis caderas, y de una vez me introdujo su verga, ¡ooooohhhhhhh! Soltó el mirón nada más al meterme la verga dentro del culo, y empezando con un mete saca a todo dar.

Fue tan rápida la cosa, que además de casi tirarme al suelo, no pude más que quedarme agachado y apoyado con las manos en el suelo a causa del ímpetu con el que me la metió y empezó a penetrarme.

Se notaba que el pobre estaba desesperado, y más que una follada, aquello parecía una violación.

Y la verdad es que poco duró, ya que no tardaría ni 5 minutos, cuando empezó a eyacular,

- ¡ooooohhhhh! Me vine, me vine, ya, ya, ¡oooohhhhhhh!

Cuando terminó de vaciarse dentro de mis entrañas, sacó la verga de mi culo, para luego ayudarme a levantar, y echar mano a mi verga, para hacerme una paja, y que me viniera también.

- No, deja que no quiero venirme todavía, le dije.

Quieres seguir culeando, me preguntó.

Sí, le contesté, pero ahora voy dar un paseo y salir de aquí, así descanso un poco.

Nos terminamos de vestir, y salimos de aquel sitio juntos. Fuimos caminando hacia la séptima, a la vez que íbamos fumando y hablando.

Al llegar cerca a la séptima nos despedimos, dando yo media vuelta, y seguir por el parque, ahora rumbo a la quinta.

Al llegar a la altura del bosque donde me había culeado, volví a ver movimiento, por lo que volví a entrar en dicho bosque.

Ahora había más movimiento, pero como lo que pude ver no era que me llenara mucho, luego de un buen rato en dicho sitio, salí, y seguí rumbo a la circunvalar.

Cuando llevaba unos 25 metros fuera de aquel bosque, me percaté que detrás de mí, venía siguiéndome otro hombre maduro.

Cuando llegaba a la altura de donde me había culeado la semana pasada el joven negro, me desvié hacia aquella zona.

Me senté un rato en donde había algo de luz, y sacando un cigarrillo y encenderlo, me apoyé en la barandilla, y mientras fumaba aquel cigarro, contemplaba la maravillosa vista que se podía apreciar desde allí.

No había casi terminado de encender el cigarro, cuando hizo presencia el maduro que me venía siguiendo desde abajo.

Cuando llegó a donde yo estaba, me saludó con un hola, para seguir con que bonita vista que se puede ver desde aquí, ¿verdad?...

- Sí, le contesté.

- Hace una buena noche para pasear, seguía hablando él.

- ¿Eres de por aquí?

- No, le contesté, soy de Bucaramanga.

Cuando había terminado de contestarle, él ya estaba a mi costado, echando mano de mi trasero, y empezando a sobarlo, me dijo si me gistaría hacer algo con él.

- Tienes un culito muy sabroso, me dijo, sin dejar de sobarlo.

Como yo no le decía nada, él seguía con el sobando mi culo, para seguir hacia el cinturón, aflojarlo, y empezar a desabrochar los jeans.

Cuando estaba terminando de desabrocharme el pantalón, tiró de la camiseta hacia arriba, y que saliera fuera del pantalón. Entonces metió las manos para bajarme el jean, y fue cuando se dio cuenta de que debajo no llevaba nada más.

Nada más meter sus manos, se encontró con mi verga que estaba tiesa, y mi culito que estaba deseoso y caliente por recibir la buena verga en él.

- ¡Nene! Si que estás parolo eh. Me decía mientras acariciaba mi verga, y con la otra mano iba empujando mis jeans hacia abajo.

Antes de que estos me cayeran a los tobillos, me pidió que le sacara su verga. Cosa que empecé a hacer. Le aflojé el cinturón, le desabotoné el botón, y bajé la cremallera, y metiendo la mano por el pantaloncillo, tiré hacia abajo, liberando una bonita y buena verga, la cual empecé a acariciar, y bajarle la piel del prepucio, dejando que se viera la cabeza de aquel bonito falo.

Mientras tanto él me subía la camiseta hasta el cuello, para apreciar mi pecho y las tetillas, las cuales pellizcó con fuerza, y me dijo,

- Uyy flaco que bueno estás, anda agáchate, y chúpame la verga que te la voy meter.

No me hice de rogar, y agachándome, llevé aquella linda verga a la boca, empezando a mamarla con todas las ganas que tenía.

No me dejó mamarla ni 2 minutos, cuando me ordenó levantarme, y hacerme girar para darle el culito, y así pudiera penetrarme.

Me puso las manos en la barandilla, luego de sacarme por completo la camiseta. Tiró de mis caderas para que quedara inclinado, y de esa manera tener mi culo a su entera disposición.

Metió un dedo en mi ano, y soltó

- ¡uffff! Ya lo tienes bien abierto, nene. ¿Ya te han culeado esta noche?

- Sí, le contesté.

- Pues ahora me lo voy a comer yo.

- ¡ufff que culo tienes! Te lo voy llenar de lechita, este culito tan rico que tienes. Hoy tengo los huevos bien cargaditos, te voy dejar bien preñado.

Se sujetó a mis caderas, y llevando su verga a la entrada de mi culo, fue metiendo la verga lentamente.

- Ya la tienes toda dentro, dijo, a la vez que soltaba yo un suspiro de placer, ¡ooohhhhhh!

No paraba de gemir desde que noté la verga dentro de mi culito, y las piernas me empezaban a temblar por aquel placer que estaba sintiendo.

Gime, perra, gime, que esta noche tu macho te va hacer gozar, y te va llenar este culito tan divino que tienes, de lechita.

Llevaba por lo menos 10 minutos taladrándome el culo con aquella verga, y yo no paraba de gemir, ¡oooohhhhh! Mmmmm, ¡ooooohhhhhhhh!

- Mira como te hace gemir tu macho, me decía aquel maduro.

- Te gusta como te come tu macho, ¡ehhhh! Verdad que te gusta, perrita. Ya verás que hoy vas llevar una buena ración de verga y leche a la casa.

Aún no había trazas de que aquella follada terminara, cuando apareció allí un joven.

Era el morenazo que me había follado la semana pasada.

Cuando nos dimos cuenta, ya lo teníamos allí pegado a nuestro costado.

Fue cuando le dijo el maduro que si quería comerme, tendría que esperar a que él terminara.

Tranquilo, le dijo el joven negro, yo espero a que tú termines.

El joven negro se quedó mirandome, y le dije que se acercará.

- Saca la verga que te la voy chupando, le dije.

Cuando el maduro vio la tremenda verga que se gastaba el moreno, soltó,

- ¡uyyyy! Juemadre, como vas quedar perrita, si te mete esa verga, eso te llega hasta la boca del estómago. Te va quedar el culito para el arrastre.

Cuando me acercó la verga el moreno, la agarré con una mano, y la llevé a la boca. Era larga, pero no era nada gruesa. Así que metí la cabeza y la succionaba sin demasiados problemas.

- Puta si que te gusta la verga perra, me decía el maduro.

- Eres toda una viciosa, me estaba diciendo, cuando ya se empezaba a venir.

- Ya nené, ya te voy llenar de leche, ¡oooohhhh! Ya, ya, ya me corro, ¡oooohhhh! Toma gatita mi leche. Toma, toma, toma, ¡oooohhhh!

¡Dios! Si que tenía los huevos bien repletos de semen aquel hijo de puta, me había llenado bien el culo de leche. Era tanta, que me estaba escurriendo por las piernas abajo.

Cuando terminó de soltar todo el cargamento de semen que tenía, y se hubo repuesto un poco, sacó la verga de mi culo, y dando unas palmaditas en mi culo, dijo,

- Has estado estupenda perra, tienes un buen culito, espero que no sufras con tremenda verga que te está esperando.

Me agaché y cogiendo el pantalón, lo levanté un poco para meter la mano en el bolsillo, y sacar un trozo de papel, y limpiar un poco el semen que me escurría por las piernas y salía por el oyo de mi culo.

El moreno, había sacado otro papel, y me ayudaba a limpiarme un poco. Tienes la verga que no para de gotearte semen, me dijo. Pero no te preocupes, que yo te haré venir de placer, me iba diciendo, mientras me ayudaba a limpiarme un poco, y de paso aprovechaba a meterme mano.

- Espera un poco a que descanse, le pedí.

- Ven, vamos a sentarnos en el banco, y subiéndome los jeans los aguanté con la mano, para que no me cayeran a los tobillos, y así pudiera andar mejor, él me llevó hacia el banco.

Nos sentamos, y sin esperar, me sacó por completo los pantalones, sacándome también los zapatos que llevaba. Luego el se sacó su pantalón y se subio la camiseta que traía, y abrazándome me llevó a sus piernas, haciendo que mis piernas salieran por el otro lado del banco, y de esa manera, quedáramos cara a cara, yo sentado sobre su regazo y yo abrazado a él.

Empezó a besarme por toda la cara, mordió mis labios, para luego pasar su lengua por ellos, terminando por meter su lengua en mi boca. Jugamos con ellas y saboreamos toda la boca, el la mía, y yo la suya.

Luego me fue mordiendo por el cuello, cosa que me hacía temblar y dar suspiros y gemir de placer. Siguió bajando por los hombros dando mordiscos, luego apartándome con sus manos, fue bajando hasta las tetillas, para succionarlas, y dar pequeños mordiscos.

¡Dios! Aquel joven si sabía tratarme, aquello más que culear, era hacer el amor. Ya me tenía a punto de caramelo, y él también debía de estar listo, pues notaba su verga tiesa como un mástil, la notaba pegada a la mía, y me rozaba los huevos.

Me sujetó por las piernas, pidiéndome que me levantara un poco, para ayudarlo, que me iba meter la verga así sentados. Me incorporé un poco, y como si fuese un muñeco, me levantó en brazos, luego me dijo que me sujetara en su cuello, que iba colocar su verga en la entrada a mi culo.

- Ve ahora bajando poco a poco. Cuando notes que te hace daño, para y avísame.

Fue entrando aquella larga verga en mi culo, hasta que noté que no iba más. Me dijo que ahora fuese subiendo poco a poco, y luego bajase poco a poco otra vez.

Y así cabalgando lentamente sobre su verga, empezamos a movernos.

Cada vez la cosa iba a mayor velocidad, y notaba como la verga se me enterraba más y más, hasta que en un momento, ya la tenía toda dentro.

¡Ohhh dios! Si llevaba toda la noche gimiendo sin parar, ahora más que gemir, daba grititos de placer, y hasta lloraba de gusto.

No se cuanto tiempo llevábamos así, lo que sí se, es que los dos estábamos sudando por todo el cuerpo, y le estaba dando un mordisco en su hombro, yo ya que estaba a punto de venirme como si fuese la explosión de un volcán.

¡ohhh dios! Si aquello continuaba, me iba a desmayar de placer. Tenía los ojos en blanco, y unas tremendas ganas de morderle el cuello y chuparle toda la sangre.

Ya no puedo más, le decía, ¡ay dios! Ya no puedo más.

- Ya falta poco, mi amor, aguanta que ya estoy por venirme.

Y en menos de 2 minutos, empezó a convulsionarse y a clavarme la verga con más ímpetu, hasta que explotó en una larga y abundante eyaculación.

¡Dios! Aún estuvimos 3 o 4 minutos sentados sin movernos, y notaba como iba saliendo su verga de mi culo, e iba resbalando su semen fuera de mi ano.

Una vez ya medio repuestos, nos levantamos, luego nos limpiamos un poco, nos volvimos a sentar contemplando la ciudad de noche, y la luna casi llena de esa noche.

Y allí sentados, estando todavía desnudos, estuvimos durante unos 15 minutos, abrazados el uno al otro.

Terminamos por vestirnos, y ambos salimos del parque.

Una vez fuera del parque, nos despedimos con un beso en la boca.

Esa noche iba bien cansado y con el culo súper abierto. Me sentí tentado a pedirle el número, pero preferí dejar nuestro próximo encuentro de nuevo al azar

Importante: Estas prácticas sexuales en los parques son muy excitantes, pero pueden llegar a ser muy peligrosas.

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