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Sexo - Relatos eróticos

Como nunca este pana me ordeñó la verga

(Material solo para adultos)

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La forma de mamármela es simplemente impresionante, la chupa hasta el tronco y luego ese delicioso culo que me lo comí hasta reventarlo como él quería.

(Por lo bueno y gráfico del relato, decidmos no agregarle imágenes)

Levanté la cabeza al techo y cerré los ojos. Puse los brazos extendidos abarcando el sofá mientras notaba como mi verga era succionada por su boca. Le gustaba mamarla de arriba a abajo, como si se estuviera culeando su propia boca con mi pene.

Lo que más me gustaba era sentir su lengua recorriedo mi verga, y cuando empezaba a retirar su boca para coger impulso, succionaba mi pene como si quisiera tragarse cualquier gota que su saliva o mi capullo hubieran dejado a mano. Empecé a suspirar cuando comenzó a tragarse toda la verga hasta el pegue.

Iba despacio, saboreando cada centímetro, ahuecando la garganta para asegurarse de que no se le iba a escapar ni un solo trozo de carne. Y no se le escapó ninguno. Cuando por fin llegó a la base no pude evitarlo y le agarré la cabeza, apretándolo fuerte contra mi por su nuca mientras levantaba mi pelvis y trataba de penetrarle su garganta aun más adentro.

– Asíiii…. dios, qué bien que te la puedas tragar toda. Se nota que tenías ganas de verga…. pues no te preocupes…. porque todavía te falta rato para aburrite de esta.

Me levanté del sofá mientras seguía atravesándole la boca y la garganta con mi verga lo miré a los ojos. Si no hubiera sido por mi falo en su boca, hubiera jurado que me estaba sonriendo por poder estar de rodillas, comiendo verga, y viendo lo mucho que me estaba gustando.

– Deja la boca suelta y bien abierta…. ahora vas a recibir lo que querías.

El abrió la boca al instante sin apartarse y yo comencé a tratarlo como un simple agujero más. Lo taladraba con mi verga rápido, como si me estuviera penetrando su culo. No le daba mucho tiempo a respirar, y a veces notaba como mi capullo hacia tope con su garganta.

Sabía que no le estaría haciendo mucha gracia que le reventara la garganta a vergazos, pero en ese momento solo quería penetrarlo, solo quería darle verga y hacer que su boca recordara para siempre la forma del verguero que le iba a dar el mayor placer de su vida.

Tras unos minutos aparté mi miembro de su boca. Lo sujeté por la punta hacia arriba, y no hicieron falta más palabras. Él se abalanzó a lamerme los huevos. Yo abrí mis piernas y empujé su cabeza entre mis piernas. Él actuó como un niño con su primer helado, y comenzó a lamer por todas partes, desesperado, oliendo mis huevos sudados, notando como se iban cargando de leche.

Le solté mi verga encima de su cara, su primer vergazo de la noche. Mientras lo tenía lamiendo mis huevos le di algunos más y comencé a pasarle el pene por la cara. Lo tenía bien mojado de su saliva, se escurría bien, pero quería hacerlo mejor. Solte desde mi boca un hilo de saliva que cayó en mi capullo y con mi mano lo esparcí sobre mi pene. Comencé a frotárselo por su cara, sus ojos, sus labios… Quería que su propio cuerpo oliera a mi verga y a mi. Que no pudiera quitarse de encima mi olor o mi esencia.

Se volvió loco y comenzó a jugar con mi pene. Sin llegar a chuparlo lo apartaba de un lado a otro, notaba su aliento en mi miembro, pasando de un lado a otro de la cara. Se estaba restregando contra mí como una perra.

– ¿Te gusta comer verga o solo te pones así con la mia?

– Me encanta comer verga… pero no sabía que la tuya estaba tan rica.

– Je, buena respuesta… te has ganado un premio. ¿Quieres saber cual es?

– Claro que si.

Me tiré hacia atrás de nuevo al sofá, con la verga apuntando al techo y llena de babas que se recogían entre mis bolas peludas y cargadas de leche. Me di una palmadita en el muslo para que entendiera, y con una media sonrisa se sentó sobre mi. Dejé mi verga detrás de su culo, quería que lo sintiera duro y listo cada vez que se moviera encima de mí. Le agarré fuerte del culo, aquel culazo que luego se iba a abrir bien a fondo solo para mi.

Puso sus manos alrededor de mi cuello y juntamos nuestras frentes mientras yo le seguía acariciando el culo. Empezó a retorcerse, restregándose no solo contra mi verga, también contra mi cuerpo. En un movimiento lo agarré fuerte de la cintura aplastando su cuerpo contra el mío.

Sus pezones quedaron a la altura de mi boca, listos para ser lamidos y morididos. Podía notar su verga dura apretarse contra mi pecho, la notaba dura y bombeante. También estaba llena de líquido preseminal.

Debía llevar lubricando desde que empecé a culearle la garganta. El me agarró de la cabeza acariciándome el pelo, y yo le arañé un pezón usando mis dientes, pasando mi lengua alrededor y después apretándolo entre mis incisivos, tirando un poco de él.

– Oh dios…. macho… me tienes a mil. Aaah… no muerdas tan fuerte, guebón.

Le respondí con una palmada fuerte en el culo. Y él contestó con un buen gemido. Noté como volvió a mover el culo después del azote, con más energía, como queriendo llamar mi atención. Le volví a dar otra palmada. Y luego otra más en la otra nalga. Lo estaba haciendo suspirar y ni siquiera le había metido mano de verdad a su culito. Ahí pensé que estaba disfrutando demasiado.

Le agarré las nalgas bien fuerte con mis manos, separándoselas, y me puse a hurgar con mis dedos hasta que encontré su agujero. Llevé una mano hasta su boca, e hice que me comiera el dedo índice mientras le iba besando el pecho y pasaba mi lengua por su cuerpo. Cuando terminó de lubricarlo volví a su ojete. Pasé primero mi dedo en círculos alrededor, y después lo pasé despacito por toda su raja, de arriba a abajo, y de abajo a arriba.

Mientras me comía la oreja y el cuello notaba como suspiraba cada vez que mi dedo hacía el intento de penetrarlo. Su culo parecía estar bastante bien dilatado, así que llevé mi verga hasta él, y tras lubricarla un poco con la saliva de ambos, la pasé por su hoyo, apretando mi capullo contra su esfínter. Me encantaba la cara que ponía cada vez que parecía que mi glande estaba a punto de entrar.

Empezamos a movernos más rápido, como si estuviéramos culeando directamente sobre el sofá. El comenzaba a saltar sobre mi verga sin llegar a meterla y yo no paraba de agarrarle el culo con mis manos, clavando mis dedos en el.

Cuando no aguanté más le agarré de las piernas y lo levanté por encima de mi. Le hice bajar el culo hasta tenerlo a la altura de mi boca, y así mismo comencé a comérselo con furia. Le hice sentarse encima de mi cara y empezamos a pajearnos los dos mientras mi lengua le penetraba el ano y lo iba lubricando para el pedazo de carne que le esperaba impaciente más abajo.

– Cabróoon…. mete más la lengua…. me encanta que me coman el culo.

– Ya lo tienes bien chorreando mariquita, ¿por qué no bajas y pruebas un buen trozo de carne?

Se abrió de piernas totalmente y casi sin inmutarse agarró mi verga gorda y comenzó a metérsela el solo en su ojete aun estrecho. Me encanta la sensación de inundarle las entrañas con mi verga, hacer que note cada pliegue y cada movimiento. Le dí un par de puntadas para que gimiera un poco mientras su culo se acostumbraba al tamaño de mi miembro dentro de él.

Mi verga estaba palpitando, deseando moverse dentro de él y hacerle suspirar de placer. Le volvía dar un cachete en el culo y lo atraje para mi para comermele la boca, un buen morreo lento con lengua. Empezamos a lamernos el uno al otro mientras iba subiendo mis piernas para penetrarle con toda hasta el fondo. No paré hasta que noté como mis bolas chocaban contra su culo y ni un solo trozo más de mi carne se pudo meter dentro de él.

Le hice el caballito despacio al principio mientras giraba un poco mi verga dentro de él, abriéndole bien el culo para que se relajara. Al final acabó ayudándome con sus piernas a levantarse un poco sobre el sofá y yo comencé a bombearle. Sacaba la mitad de mi pene y se lo volvía a meter despacio mientras nos íbamos besando. Más de una vez le di una clavada rápida hasta el fondo, solo para ver su cara de placer y sacarle un gemido de puta.

Mientras le iba penetrando el hoyo nos acariciábamos el pecho y yo le agarré de su verga para masturbarlo un poco. Se la agarré fuerte y apreté un poco hacía abajo tirando de su piel.

– Para papa… para…. vas a hacer que me venga guebón…. Y todavía…. todavía… quiero disfrutar más de esa vergota en mi culo….

Paré de inmediato y decidí que era hora de darle caña de verdad. Le agarré fuerte de la cadera manteníendola un poco por encima de mí y comencé a bombear con fuerza penetrando su culo lo más rápido que pude. Mi verga iba a mil, reventándole el hoyo. Él solo se agarraba a mi y suspiraba y gemía dejándome usarlo para darme placer.

Lo levanté en el aire agarrándolo por las piernas y le di la vuelta colocándolo boca arriba en el sofá. Empecé a sacar y meter mi verga otra vez despacio mientras le besaba y le mordía el cuello y los pezones. Levanté sus piernas en el aire y las junté por encima de mi cabeza, dejando su ojete abierto con la mitad de mi verga dentro a plena vista.

Comencé a clavarlo como más me gustaba, dando vueltas con mi verga en su culo, sacándola del todo y dándole puntadas para luego meterla de golpe hasta los huevos, embestidas rápidas que le hacían abrir la boca de golpe, y me daban ganas de sacar un hilo de saliva que cayera dentro de esa bocaza mientras le reventaba el hoyo a verga.

Él se pajeaba mirándome, mordiéndose el labio y relamiéndose. Supongo que estaría pensando en el buen rato que le había dado esa misma verga en la boca, y en las ganas que tenía de volver a comérsela.

Justo cuando más estábamos disfrutando, se me ocurrió intentar meter un dedo al mismo tiempo que mi verga en su culo. Llevé mi pulgar a su ano y comencé a introducirlo hasta el fondo, agarrándole por los pliegues de su piel. Volví a penetrarlo rápido mientras notaba como mi dedo le dilataba más su culo. Justo en ese momento tuvo un orgasmo brutal. Su verga comenzó a chorrearle leche por todo su pecho, casi como una fuente.

Un par de trallazos le dieron en el cuello y casi en la boca. Su culo apretó mi verga y mi dedo, por lo que decidí que era el momento justo. Saqué mi pene de aquel agujero y comencé a pajearme justo encima dejando su ojete abierto para que se lo tragara todo. No tardé ni un minuto en empezar a venirme como un animal, llenándole los huevos y el culo de leche.

Recogí un poco los restos con mi glande, pasandolo por sus huevos y su raja. Le volví a meter la verga cubierta de mi propia leche en su culo, y le di un par de embestidas finales para que recordara lo bien que lo había pasado. Saqué por última vez mi verga, aun con restos de mi propia leche, y la restregué por su pecho, combinando los restos de semen de ambos.

– Ahora come. Déjala bien limpia. Y luego te puedes duchar.

– ¿Te ducharás conmigo?

– Si te esmeras lo mismo hasta te pongo contra la mampara de la ducha y te la vuelvo a clavar de golpe, sin lubricante ni nada.

Me dedicó una sonrisa antes de lanzarse a devorar mi verga.

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