La semana pasada tuvo como protagonista a la polémica generada por unas cartillas que – según se afirmaba- el Ministerio de Educación estaría repartiendo en los colegios. Dichas cartillas resultaron ser un material pornográfico belga y, si no llegaron a los colegios por la vía del Ministerio, todos nos encargamos de compartirlas en las redes sociales de las que ¡vaya sorpresa! los niños en edad escolar, son nativos.
El escándalo de las cartillas falsas fue motivado por las declaraciones de una diputada de Santander que se oponía a la sentencia de la Corte Constitucional que ordenaba al Ministerio incluir un enfoque antidiscriminación en los Manuales de Convivencia de los Colegios, para evitar la repetición de casos como el de Sergio Urrego. (Aquí la sentencia)
Toda la discusión convocó a una marcha hacia el Ministerio que, entre otras cosas, exigía la renuncia de la Ministra y el voto del “No” al plebiscito (porque no se pueden mezclar vergas con vergas, pero sí la discusión de género con la de la paz).
El escándalo creció como una bola de nieve y todos opinamos, desde diferentes ideologías, religiones e importaculismos, sobre lo que serían los efectos de hablarle a los niños de sexualidad y género. Cristianos y ateos, homofóbicos y homosexuales, hicieron uso de sus mejores argumentos para apoyar u oponerse a que a esos niños en edad escolar, no solo se les enseñara que hay diferentes identidades y orientaciones sexuales sino además que, si ellos sentían que pertenecían a una de estas, pudieran desarrollar su personalidad en un ambiente libre de discriminación.
Para unos, el enfoque de género tendría esas ventajas pero, para otros, se trataba de adoctrinar a los niños con principios no solo inmorales sino, además, antinaturales. Estas cartillas amenazaban con volver homosexuales a los niños que tuvieran acceso a ellas y eso era, para algunos, vulnerar los derechos de los infantes.
Las redes sociales se llenaron de todo tipo de posturas y los opositores, que nunca se pusieron de acuerdo al respecto de por qué protestaban, me resultaron fácilmente agrupables en varias categorías. Aquí, un manual sencillo para identificarlos y ganarles la discusión (que no es difícil, si tenemos en cuenta que pelean igual por revocar a una Ministra, oponerse a la paz, rechazar la adopción homoparental o liberar a Willy).
Antes de iniciar, vale la pena señalar que todos estos homofóbicos, son homofóbicos de clóset y ninguno se reconoce como tal. Aunque aseguren que “respetan las diferencias” o, incluso “que tienen muchos amigos gay”, la homofobia no solo es el rechazo directo, sino también la persecución, estigmatización y negación de los derechos que, por el simple hecho de ser personas, tienen los gays, bi, o trans. Así es que, quienes se oponen a la equidad de derechos entre heteros y el resto, no manifiestan una simple “opinión” o “punto de vista” sino una opinión/punto de vista homofóbico.
Este combo hizo Trending Topic el 10 de agosto, no sólo con el HT #FirmesPorPapayMama (sí, así sin tilde) sino también con el #AbanderadosPorLaFamilia #RescatandoPrincipios y #NoEsHomofobia. Exigían el respeto a algo llamado “Diseño Original”, que tiene que ver con el modelo de Dios para la familia, compuesto por padre, madre e hijos.
Podríamos hacer el chiste que recuerda que Jesús tuvo una familia muy distante de la convencional, pues gozó de dos papás (José y Dios), fue parido por una virgen y engendrado por una paloma. Pero, más allá de ridiculizar sus creencias, a los #FirmesPorPapáYMamá hay que recordarles que tener este tipo de familia no ha sido garantía del éxito de ningún hogar y que, según la Encuesta Nacional de Demografía y Salud (Profamilia, 2010)
- Un 34% de los hogares del país, tiene como cabeza de hogar a una mujer.
- En los departamentos de Chocó, Quindío, Guaviare y Arauca, menos del 50% de los niños viven con ambos papás
- En las zonas rurales y en las costas Caribe y Pacífica, entre el 10 y el 12% de los menores de 15 años, viven con otras personas diferentes a papá y mamá (aun cuando por lo menos uno de ellos esté vivo)
- Solo el 35% de los hogares colombianos, tiene un núcleo familiar completo, o como ellos le llaman, de “Diseño Original”
Así las cosas, las familias “como Dios manda” son una minoría en este país y eso poco o nada tiene que ver con el enfoque de género que se le quiera dar a los Manuales de Convivencia ¡principalmente porque todavía no se aplica dicho enfoque!
Y entonces, si los #AbanderadosPorLaFamilia se oponen a que se aplique una política antidiscriminatoria con las minorías, se están echando la soga al cuello porque no han entendido que los que son la excepción a la regla son ellos y no el resto. ¡Salgan del closet!
Los “la naturaleza creó al hombre y a la mujer y todo lo demás es antinatural”
Las cartillas falsas resultaron ser eso: falsedad. Sin embargo, se filtró a las redes lo que sería un documento de orientación a PADRES y MAESTROS para revisar sus Manuales de Convivencia, en cumplimiento de la sentencia de la Corte. Esta cartilla que aún no ha sido aprobada por el Ministerio de Educación, contiene una frase que resultó molesta para algunos “El género puede entenderse como el conjunto de construcciones socioculturales que determinan las formas de ser hombres o mujeres en un tiempo y una cultura específicos.”
Así, la reflexión de género empezaba a tornarse antinatural porque, al parecer, lo único que está claro es que el hombre nace con verga, la mujer con vagina y los hermafroditas o intersexuales, con alguna manifestación de ambas opciones; sin embargo, la unión de hombre mujer es lo que está determinado por la naturaleza y el resto sobra.
También sabemos que, para que nazcan los bebés, “papá tiene que poner media semillita dentro de mamá” o mamá puede ir a un banco de semen o, inclusive, compartir con alguien una noche de copas, una noche loca; en fin, que para la procreación se necesita un óvulo y un espermatozoide. Pero, ¿alguien se está oponiendo a eso?
Hablar de construcción social del género, no contradice las características físicas con las que alguien pueda nacer, ni propone nuevas formas de reproducción. Ese es el escenario apocalíptico en el que se montan los homofóbicos, con el argumento de la preservación de la especie ¡Como si fuéramos la gran cosa!
No hay que olvidar que, en nombre de la naturaleza, el nazismo cometió el holocausto y la ciencia le dio el visto bueno. La medicina ha siempre sido un escenario de disputa de poder y limitar la orientación sexual (es decir, por quién se siente atraído cada quien) a lo que tiene entre las piernas, es tan acertado como lo fue creer que la nariz grande y la barba tupida de los judíos, los hacían criminales.
Si la ciencia todavía no demuestra que es tan natural ser hetero como LGBTI, también podemos recordar que la fuerza de gravedad existía desde antes de que Newton lo comprobara y la tierra desde siempre fue esférica, inclusive cuando los antiguos insistían en su planicie.
Los “A los niños no se les deben enseñar esas cosas”
Este fue otro de los argumentos recurrentes en la discusión. Muchos insistían en que la diversidad sexual no es un tema del que se deba hablar a los niños, para no confundirlos (son los mismos que creyeron que la falsa cartilla promovería la homosexualidad).
Oponiéndose a la mal llamada “ideología de género”, este tipo de homofóbicos desconocen que respaldar un tipo de familia y rechazar el resto es precisamente eso. Creer que las niñas deben comportarse de una manera y los niños de otra es, cuando menos, violento.
Y claro, si a un niño se le educa para ocultar sus sentimientos o para no llorar en público porque eso es de “niñitas”, difícilmente va a entender que un hombre pueda a amar a otro. Pero eso no tiene nada que ver con que el niño sea “naturalmente” incapaz de entender las diferencias sexuales, sino con que lo hemos educado para temerle/odiar a cualquier cosa que vulnere su “masculinidad”. (Que es muy frágil, si la lectura de una cartilla la pone a prueba).
Y si educamos a las niñas para actuar en función de los hombres, les compramos cocinitas y planchitas de juguete para que vayan aprendiendo su rol en el hogar, claramente van a poner resistencia a que dos mujeres puedan quererse. Y eso, nuevamente, no hace a las niñas incapaces de entender las diferencias, sino que demuestra que le hemos quitado todas las posibilidades y herramientas para que entiendan un mundo en el que los hombres no sean el centro.
Tal parece que el enfoque antidiscriminación no solo es necesario sino urgente y que si el Ministerio está asumiendo la educación en valores de los niños en edad escolar, la familia de “Diseño Original” hace evidente otro de sus fracasos.